Los versos de Federico García Lorca presentan la tragedia del adulto que no quiere serlo, separado como es incomprensiblemente de la propia niñez –tiempo sin tiempo, edad perfecta, muro contra la muerte y la destrucción– y, a la vez, sometido a una honda desazón sentimental. Pues esa derrota en el colegio y en el vals de la rosa, una rosa herida, encierra evidentes implicaciones personales, sentimentales, amorosas, sexuales. Mejor será llamar a las cosas por su nombre desde el principio. Un respetable temor a hacerlo en su momento (las costumbres no eran entonces lo que hoy; el franquismo intentó enlodar al poeta viendo en su asesinato un ajuste de cuentas entre homosexuales, como si eso pudiera justificar el crimen) ha enturbiado después innecesariamente la visión del hombre y del poeta. Su obra lleva la huella del homosexual que fue. El «amor oscuro» nutre la obra lorquiana, pero lo hace, conviene señalado, en un contexto literario de suma complejidad. Pues este adolescente turbado por la edad adulta, herido por el agua de la oscura fuente que del amor le brotaba, se.
Saturday, March 24, 2018
Poeta en Nueva York: Sonetos
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